"Cuando se hace la historia de un animal, es inútil e imposible tratar de elegir entre el oficio del naturalista y el del compilador: es necesario recoger en una única forma del saber todo lo que ha sido visto y oído, todo lo que ha sido relatado por la naturaleza o por los hombres, por el lenguaje del mundo, de las tradiciones o de los poetas".

Michel Foucault-Las palabras y las cosas


sábado, 16 de marzo de 2013

El HALCON APLOMADO (Falco femoralis) Y EL HIJO DEL HALCONERO: JOHN NATTERER





Halcón que se atreve
con garza guerrera,
peligros espera.


Halcón que se vuela
con garza a porfía
cazarla quería
y no la recela.
Mas quien no se vela
de garza guerrera,
peligros espera.

La caza de amor
es de altanería:
trabajos de día,
de noche dolor.
Halcón cazador
con garza tan fiera,
peligros espera.




Gil Vicente, siglo XV.




Foto de Alex Mouchard





Caminando por las playas de Claromecó, hacia el este,  se llega a unos pequeños acantilados irregulares de tosca que se prolongan dentro del mar en los conocidos “saltos” que los pescadores aprovechan para lanzar sus líneas. En ese ambiente de sol, arena y mar me tocó presenciar este pequeño drama.

Una buena cantidad de  golondrinas, entre ellas la doméstica, la negra y la tijerita, evolucionaban por los aires recorriendo la costa en uno y otro sentido. Enlazando estos trayectos planeaban en amplias curvas a gran velocidad, siguiendo un poco la dirección del viento. Las gaviotas de capucho café y cocinera se concentraban allí en determinados sitios de la playa donde encontraban alimento en la resaca marina y fueron  testigos silenciosos de este suceso.

De pronto, desde las toscas,  se proyectó  una flecha emplumada, en vuelo directo, bajo y certero. El halcón aplomado había hecho su aparición en el escenario y así como llegó, se fue, llevando en sus garras su premio: el cuerpo ya sin vida de una torcaza.

El halcón voló hasta lo alto del acantilado, y allí comenzó a desplumar y desgarrar a su presa con movimientos nerviosos, arrancando carne de la pechuga y tragando apresuradamente los trozos.


El halcón aplomado tuvo su primera descripción científica identificable en la obra del holandés Coenraad Jacob Temminck, que describió un ejemplar de origen desconocido que se hallaba  en el Museo de Historia Natural de Leiden, Holanda. La lámina que acompaña su descripción muestra un ejemplar con las partes superiores amarronadas, mucho negro abajo, y con el bajo vientre y las patas bien rojizos, lo que le hizo darle el nombre de “femoralis”  aunque en rigor el hueso que sustenta esa parte de la pata que los ornitólogos llaman “muslo” es la tibia-tarso y no el fémur.


Temminck, C. J. – 1838- Nouveau Recueil de Planches Coloriées d’ Oiseaux. Paris. F. G. Levrault.


Más tarde Temminck tuvo noticia a través de Auguste de Saint-Hilaire de unos ejemplares enviados desde Brasil por Johann Natterer al Museo de Viena. Se dio cuenta que su descripción anterior se refería a un juvenil y que, por un exceso de confianza, lo había atribuido erróneamente a un adulto ya que mostraba características que el siempre había visto en adultos de otras rapaces, como la falta de color rufo en el borde de las plumas del dorso y  el no tener manchas oscuras en la parte ventral.  Reconoció también que Azara  ya había descripto a la misma rapaz como “Alconcillo aplomado”.  

Azara decía que aunque no era un ave abundante se solían ver parejas en todos estos países (se refería a Paraguay y Argentina, donde él actuó, y quizás Brasil). Comentaba que le gustaba “acompañar a los viageros y cazadores que andan por el campo, voltejeando para perseguir y pillar los paxaritos y inambús que levantan”.  También describió a un  “Alconcillo obscuro azulejo”, sin advertir que era el juvenil del “Alconcillo aplomado”. Su asistente, el cura Noseda, había visto parejas del "obscuro azulejo" dentro de un bosque, y las supuso adultas, induciéndolo al error.  Sobre la descripción de Azara  Vieillot creó la especie Falco fuscocaerulescens (nombre latino que significa ‘azulado oscuro’) pero esta denominación pasó a  sinonimia de Falco femoralis.

Hatcher, J. B. y W. B. Scott (Ed.) - 1904-27 -  Reports of the Princeton University Expeditions
to Patagonia. Stuttgart.




LOS NOMBRES DEL HALCÓN

La bravura de los halcones queda demostrado por que su nombre aymará de “mamani”, era usado como apellido por los integrantes de la nobleza inca que habitaron en Tacna (Perú) y Arica (Chile) y que eran esencialmente  guerreros y estrategas militares del Inca.

--Para los guaraníes, en cambio, es  “kiri kiri guasú”, un nombre evidentemente onomatopéyico referido a su voz.

--Los mapuches le decía “akori”.

--Los indios macusi y arekuna de Guyana lo llaman “sakuta”.

--En la provincia de Buenos Aires, Juan Daguerre registró el nombre de “halcón azulado”.

--Federico Albert indica su nombre chileno : “El Perdiguero se denomina así porque le gustan mucho las perdices”.


Los sucesivos autores del siglo XIX destacaron lo aguerrido y activo de este halcón, con la sola excepción quizás de William Henry Hudson, quien, siendo un gran conocedor de las aves, señaló que comparado con el halcón peregrino tiene “un pobre espíritu” y “a menudo  lo he observado persiguiendo un pájaro, y cuando parecía estar por capturarlo, abandonaba la persecución y se alejaba sigilosamente sin gloria”.  Hudson lo consideraba un ave patagónica que inverna en las pampas y en el centro de Argentina, y entonces la veía solitaria, acercándose a las casas de campo donde se posaba en los postes para asechar a sus presas:  “Nunca ataca temeraria y abiertamente a una presa a menos que sea pequeña y  prefiere posarse en un lugar alto, desde donde puede lanzarse y tomarla por sorpresa”.



 Holland le restituyó algo de la gloria que Hudson le había quitado: “Parece considerar a Tinnunculus cinnamominus [el halconcito colorado, Falco sparverius cinnamominus] un enemigo especial. A menudo vi a éste perseguido de los sitios de descanso del primero [el halcón aplomado] cuando se acercaba demasiado. La persecución es muy vigorosa, el halconcito con giros bruscos se desembarazaba fácilmente de su perseguidor”.


Juan B. Daguerre lo observó en Rosas, Buenos Aires , opinando que es una “rapaz de audacia y poder increíble . . . es el terror de la paloma doméstica, a la que caza en vuelo cuando no puede tomarla de sorpresa”.


Para Henry Durnford era el halcón más veloz que se podía ver en la Patagonia donde lo encontró en invierno, en Chubut. Bien al sur, en Tierra del Fuego, a Richard Crawshay  le “ interesaba más que ninguna otra ave rapaz. Es la rapaz más salvaje, veloz y activa de la isla. Es esencialmente un ave de las zonas agrestes, y no frecuenta los poblados.”

Studer, J. – 1903- The Birds of North America – The Natural Science Association of America – NY


Sir Robert Hermann Schomburgk, narra que en Guyana “la percha preferida de este bello halcón son los árboles de Curatella [americana,“curata" o  "parica"], también los arbustos desde donde se lanza en un planeo que lo hace volver al mismo lugar” . Para John Joseph Quelch, otro importante naturalista y etnógrafo, que trabajó en esa región a fines del siglo XIX, “es un pájaro robusto y feroz, y debido a su cola y alas largas se caracteriza por un vuelo rápido y aún planeado”




I know a falcon swift and peerless
As e'er was cradled In the pine;

No bird had ever eye so fearless,

Or wing so strong as this of mine.

 The Falcon

 James Russell Lowell


          [Sé de un halcón veloz y sin par,
     Fue acunado como siempre en un pino,
Ningun otro tiene una mirada tan fiera
O un volar tan poderoso como el del mío.]

  


Alcide D’Orbigny lo pudo observar en Buenos Aires, Corrientes y en Bolivia, cerca de Chuquisaca a casi 3000m de altura. Lo registró especialmente en zonas bastante secas recubiertas de arbustos y árboles pequeños dispersos, como los llamados espinillares y algarrobales, palmares de yatay y caranday. Allí viven dispersos en parejas porque “son muy egoístas . . . A la mañana se despiertan al amanecer y comienza sus recorridas. Se los ve volar con rapidez entre los árboles dispersos, a menudo a ras del suelo, buscando sorprender a su presa, que capturan en vuelo con sus garras, y que transportan bastante lejos para comerla, en un  lugar que les parece seguro; luego se posan en el punto culminante de una palmera o de cualquier árbol aislado; allá se quedan a veces horas enteras para avistar nuevas presas, o para descansar, posados no muy lejos uno de otro.” Más adelante el viajero francés los trata de “insolentes” por esa costumbre que había señalado Azara de acompañar a los viajeros sin mostrar temor. También dice que “lo hemos visto pasar furtivamente por los sitios incendiados . . .ellos pueden  con su velocidad satisfacer su voracidad sobre el infortunado animal que busca escapar de las llamas. Son peleadores y siempre muestran mucha bravura; a veces combaten entre ellos, más frecuentemente en la estación de los amores, por la posesión de la hembra; entonces se persiguen horas enteras, mientras la hembra se queda pasiva; sin embargo también la vimos tomar partido por uno u otro contendiente, y en tal caso la lucha, siendo desigual, termina enseguida. No pueden estar en paz con las otras aves: atacan a los caracarás, y los persiguen en vuelo largo tiempo; y éstos, siendo bastante mayores, temen su cercanía”.

Hatcher, J. B. y W. B. Scott (Ed.) - 1904-27 -  Reports of the Princeton University Expeditions
to Patagonia. Stuttgart.


Según D’Orbigny es un ave que, aún herida, se defiende bravamente con sus uñas, panza arriba. “Parece que los pájaros pequeños tratan de asustarlos porque si vuelan los persiguen gritando; los más persistentes son las tijeretas, pero a menudo los astutos halcones capturan a alguno de sus perseguidores”.  Además de capturar sus presas en vuelo rasante “más a menudo aún se elevan de golpe a 30-40 pies de altura batiendo las alas sin cambiar de lugar y mirando siempre a tierra como hacen nuestros cernícalos de Europa [Falco tinnunculus]”. Desde esa posición se lanzan sobre la presa que casi siempre logran atrapar gracias a su vista penetrante. Señala que en Perú lo llaman “cernícalo”, a raíz de este comportamiento.

El naturalista Thomas Bridges aporta lo siguiente: “Esta es la especie de halcón que en Chile usan para cazar perdices. Se domestica fácilmente. Los he visto atrapados en una red para el propósito de cetreria y en 15 días seguir a su amo y cazar perdices levantadas por los perros”. Y Federico Albert dice también para Chile que : “Es un ave muy perjudicial i conviene matarlo donde se lo encuentre, porque despedaza mas aves que las que es capaz de consumir, por satisfacer su gusto de destrucción”.

Aún hoy en día se lo utiliza para cetrería y existe una Asociación Halcón Aplomado de Veracruz, México, que difunde sus actividades utilizando esta rapaz.




EL COLECCIONISTA INCANSABLE


Como hemos visto fue gracias a los ejemplares enviados por Johann Natterer a Viena que Temminck pudo precisar la nueva especie como Falco femoralis, es decir nuestro halcón aplomado. Natterer podriamos decir que fue un “laburante” de las ciencias naturales, y estaba muy bien preparado para ello.   Había nacido en 1787 en Laxenburg, Austria, muy cerca de Viena. Allí en una de las residencias de verano de los emperadores Habsburgo, su padre Joseph era  halconero del emperador. Y podemos imaginarnos al pequeño Johann y a su hermano Joseph recorriendo los campos junto a su padre, ayudándolo a juntar aves e insectos para su colección particular.


JOHANN NATTERER
Von Ihering, H. - 1902 -  – Rev. Museu Paulista 5.


La colección, que ya tenía una dimensión considerable fue luego adquirida por el káiser Francisco I, para el Gabinete Imperial de Historia Natural, quedando el padre de Johann como su curador. En esa posición enseñó a sus hijos, Joseph y Johan, los secretos de la caza y taxidermia y los introdujo como voluntarios en el incipiente museo (actualmente Museo de Historia Natural  de Viena ).

En 1806,  Karl von Schreibers, se hizo cargo de la dirección del Gabinete y encomendó a Johann una serie de viajes por Austria, Hungría, los Balcanes e Italia a fin de obtener material.

En 1816 fue nombrado asistente del Gabinete Imperial de Objetos de la Naturaleza, hasta que tuvo la oportunidad de su vida. Se organizó una expedición científica para acompañar a la princesa Leopoldina, hija del emperador Francisco II, y prometida del príncipe heredero de Brasil, Don Pedro de Alcántara. Se pensó en Natterer como jefe de la expedición, pero finalmente el cargo recayó en el profesor de la Universidad de Praga  Johann Christian Mikan, lo que provocó posteriores roces entre ambos.

Además integraban el grupo Johann Emanuel Pohl, botánico y minerólogo, el jardinero imperial Heinrich Wilhelm Schott, el cazador imperial Dominik Sochor, y los artistas Thomas Ender y Johann Buchberger. Por su parte, el gobierno de Baviera envió a dos capacitados naturalistas: Johann Baptist Spix y Karl Friedrich Philipp von Martius, y el gobierno de Toscana a Giuseppe Raddi.  Embarcaron en las naves “Dom Joao”,  “Austria” y “Augusta” (donde viajaba Natterer) y tras diversas peripecias, como tempestades y averías en los buques, llegaron a Rio de Janeiro en noviembre de 1817.

En Brasil se separaron en tres grupos, pero la mayoría de los integrantes regresó a Europa a los pocos meses debido a enfermedades, falta de adaptación y disputas entre ellos. De modo que hacia 1821 solo quedaban Natterer y Sochor, que continuaron sin apoyo moral o económico su labor, a menudo muy enfermos ya que el primero contrajo hepatitis y en 1825 Sochor murió de fiebre.  Entonces  Natterer quedó solo, lo cual le facilitó movilizarse con un menor costo, aunque tuvo que sacar un crédito para subsistir.

Los primeros cinco años se mantuvo en las cercanías de Rio de Janeiro y Sao Paulo, pero luego recorrió Minas Geraes, Goyaz, Matto Grosso, Paraná y el río Amazonas, con sus tributarios los ríos Negro y Branco, hasta la frontera de la actual Colombia, terminando el recorrido en Pará, desde donde volvió a Viena en 1835.

El botánico francés Auguste de Saint- Hilaire que se encontró con Natterer, en Ypanema, nos brinda este informe:

“Había formado aquí una inmensa colección de animales. Era imposible dejar de admirarla belleza de esos pájaros; no vi ni una sola pluma ajada o manchada de sangre. El Sr. Natterer era hijo del taxidermista del Museo de Viena; tenía más conocimientos y talento que un preparador común; dibujaba muy bien y describía admirablemente todos los objetos, que ingresaba en su colección. Era, con todo, un hombre frío y poco comunicativo, poco conversador, y parecía ocuparse únicamente de su trabajo.»


Natterer instruyó como ayudante a un muchachito de raza negra, Luiz, que llegó a ser un excelente coleccionista y preparador. Luiz ayudó incluso a otro gran viajero, Alfred Russel Wallace, durante su viaje por el Amazonas según el mismo lo cuenta:

“Como en esta estación los insectos no eran muy abundantes, deseaba que algún cazador me matara aves, llegando a un arreglo con un negro llamado Luiz que tenía mucha experiencia. Había estado con el Dr. Natterer durante los diecisiete años que residió en Brasil, pues lo había comprado en Rio de Janeiro cuando era un muchacho; y cuando el doctor abandonó Pará, en 1835, le dio su libertad. Mientras estuvo con el Dr. Natterer, su única ocupación consistía en cazar y ayudarle a despellejar las aves y animales. Ahora tenía un poco de tierra y había ahorrado lo suficiente para comprar un par de esclavos, -un grado de previsión que raras veces alcanzan los indios, menos cuidadosos-. Es nativo del Congo, y muy alto y hermoso. Acepté darle un milrei (2 chelines 3 peniques) al día y la manutención. Me divertía mucho con los relatos de sus viajes con el doctor, como él llamaba siempre a Natterer. Decía que le trataba muy bien y le daba siempre un pequeño regalo cuando le traía un pájaro nuevo.  Luiz era un cazador excelente. Recorría el bosque de la mañana a la noche, cubriendo grandes distancias, y generalmente traía a su regreso algún hermoso pájaro. En poco tiempo me trajo varios cotingas cardenales, quetzales de pecho rojo, tucanes, cte. Conocía las zonas y hábitats de casi todas las aves, y podía imitar sus cantos para atraerlas”

En Brasil Johann se casó en Barcellos, Río Negro, con Maria do Rego, con la que tuvo tres hijos pero tanto ella como dos de los niños murieron a poco de viajar a Europa, sobreviviendo sólo Gertrudis, la hija mayor.

Al llegar a Viena fue nombrado como curador adjunto del Gabinete Imperial de Historia Natural y con el objeto de encarar una gran obra ornitológica viajó por varios países europeos, pero falleció en 1843 de congestión pulmonar sin llegar a realizarla.

La impresionante colección de Natterer fue alojada en el Gabinete Imperial de Viena, en un sector de una docena de habitaciones conocido como el Brasilianum.

Se cuentan en ella 12.293 pieles de aves correspondientes a 1.230 especies. La gran mayoría fue coleccionada por Natterer mismo y preparada adecuadamente con rótulos con nº, localidad, fecha y sexo. Simultáneamente redactó un catálogo manuscrito donde anotó los colores de las partes frescas (iris, pico, patas), la forma de la lengua, el contenido del estómago y del buche, notas anatómicas, medidas del ejemplar fresco, voces y distribución, con detalle preciso de la localidad de colección.
La colección incluye 32.825 ejemplares de insectos, 1.146 de mamíferos,  1.678 anfibios y reptiles,  1.024 moluscos, 242 paquetes de semillas, 430 muestras de minerales y 1.492 objetos etnográficos.
A su vuelta de Brasil Natterer publicó sólo dos trabajos: sobre un yacaré y sobre el pez pulmonado Lepidosiren paradoxa. Nunca llegó  publicar el relato de su viaje y sus manuscritos fueron destruídos en un incendio durante la revolución de 1848 en Viena.

La mayor parte de aves fue revisada por August von Pelzeln que publicó “Zur Ornithologie Brasiliens” (1871). Los mamíferos fueron estudiados por Wagner, pero ningún trabajo abarcativo se hizo sobre los insectos, moluscos, crustáceos y huevos de aves de la enorme colección.





Alex Mouchard 


REFERENCIAS

-Albert, F. – 1901 - Contribuciones al Estudio de las Aves Chilenas. Anales de la Universidad de Chile, Volumen 108, p. 194-237.

-Azara, F. de-(1802)- Apuntamientos para la Historia Natural de los Páxaros del Paraguay y del Río de la Plata. Comisión Interministerial de Ciencia y Tecnología. 1992.

-Bridges, Th. -  1843 - Proceedings of the London Zoological Society p 109

-Cartron, J. E. -  2010 - Raptors of New Mexico

-Crawshay, R – 1907 – The Birds of Tierra del Fuego. London.

-Daguerre, J. B. – 1922 – El Hornero 2:266.

-d’Orbigny, Ch. D.  - 1835-1847- Voyage en Amérique méridionale. Pitois-Levrault, Paris.

-Durnford, H – 1877- Notes on the Birds of the Province of Buenos Aires. Ibis.

-Holland, A. y P.L. Sclater. -l893- Field notes on the birds of Estancia Santa Elena Argentine Republic. lBlS : 483-488. London.

- http://www.biodiversitylibrary.org/

-Quelch, J.J. – 1888 -  Timebri. Journal of the Royal Agricultural and Commercial Society of British Guiana. New Series. 2:6:129

-Saint-Hilaire, A.- 1851 - Voyage dans l’intérieur du Brésil.  Paris.

-Schomburgk, R. H.  1848. Reise in British-Guiana.

-Temminck,C. J. – 1838- Nouveau Recueil de Planches Coloriées d’ Oiseaux. 5 vol. Paris. F. G. Levrault.

-Von Ihering, H. - 1902 -  Natterer e Langsdorf – Rev. Museu Paulista 5.

-Wallace, A. R. (1853). A Narrative of Travels on the Amazon and Rio Negro. Londres: Reeve and Company. pp. 541.

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